viernes, noviembre 18, 2005

Inocencia interrumpida

Cuando nos acercábamos a la camioneta con la PiLi, había una señora mirando el parachoque. Ella, entusiasmada y curiosa, atraía a la gente de alrededor a mirar.

Sin saber qué estaba pasando nos acercamos a ver el parachoque. Vemos que entre los espacios de los fierros había un pájarito. ¡Uh, está anidando ahí! pensé y me imaginé al pájaro recorriendo Santiago así, disfrutando de la vista. Como si esa fuese su casa rodante. En un segundo mi mente lo vio con música incluida por distintos sectores de la capital, mirando todo alrededor y sonriendo.

El video clip duró 3 segundos en mi cabeza, cuando -entre la cara de la PiLi y los curiosos que pasaban mirando con asco- me di cuenta que el pájaro estaba muerto y quizá cuánto tiempo llevaba incrustado ahí.

¡Qué nervio! Con la PiLi no parábamos de retorcernos, fruncir la cara y mandarnos la una a la otra a retirar el especimen de ahí. Al final, lo sacó el marido de la señora. Nosotras fuimos incapaces.

A veces cuando ando muy rápido, se desprenden unas plumas que quedaron pegadas, se elevan y coquetean frente al parabrisa y luego vuelan hacia alguna parte, como el pobre pájaro ya no podrá hacer más.