sábado, noviembre 19, 2005

Asúmete mujer

Iba saliendo de mi casa en la camioneta y me doy cuenta que la rueda está guata; la llanta raspando el suelo. Pero eso no es problema para mi, soy una mujer del siglo XXI muy autosuficiente. Así que sin pudor ni malas caras, saco las herramientas y empiezo a levantar el auto, de espalda en el suelo saco la rueda de repuesto de abajo... Me juraba la Lulú de Gatas y Tuercas, seca y fuerte.

Tengo todo listo para cambiar la rueda. Empiezo con la llave a soltar los pernos y uff!: no pude. Trataba y trataba y nada. Mis manos estaban rojas y adoloridas y no había surtido efecto.

Un día miércoles a las 11:30 de la mañana en un barrio residencial donde no pasa ni un alma, no es el mejor lugar para una mujer en apuros, y tampoco quería serlo, pero tuve que asumirme.

Cuando pasó esa camioneta blanca, la paré como en las películas: con los brazos en el aire y una sonrisa tiernucha.


Él parece que se sintió feliz de ayudarme; se hizo el galán, se dio el tiempo para aleccionarme, decirme cosas medio provocativas y medio paternalistas mientras reforzaba su masculinidad.

Terminada la labor, nos lavamos las manos. Le pregunté su nombre: Miguel Angel, respondió (Ven que es cuestión de nombre). Estrechamos las manos y nos fuimos cada uno por su lado. Él como palomo, jurándose con su buena acción del día. Yo con risa y un poco ofuscada por haber tenido que pedir ayuda.