Volante y no maleta

Por estos días estoy trabajando en la la PSU; y ésta -como aquella entretenidísima primera vez con la Maca- me tocó ser examinadora volante. Nosotros somos los que literalmente andamos volando por los pasillos, esperando poder ayudar a alguien: ¿Quieres ir al baño? ¿Te sientes bien? ¿Te falta lápiz, goma, sacapunta? para eso estamos.

Es una pega latera, porque no haces nada más que esperar que alguien te necesite. Por lo que cada vez que me veo enfrentada a algo, trato de ser lo más amorosa posible; les pregunto cómo están, qué les parece la prueba y cualquier improvisación circunstancial acompañada de mis mejores sonrisas.

La verdad es que echo de menos ser examinadora de sala, porque cuando lo eres -o cuando yo lo soy- te interesas por tus niños, los miras como trabajan, se urgen o no están ni ahí. Además, he tenido buenas experiencias: el año pasado me tocaron chicos adorables, y no es sólo porque me guste la carne fresca...

Tomar la PSU es un buen pitutín: buenas lucas en dos días y medio y la posibilidad de (ad)mirar nuevas generaciones... lo que nunca está demás.