miércoles, marzo 01, 2006

Pasas al ron

Me pasa. Siempre. Bueno no siempre, pero pasa que hay viejos que rayan conmigo. Y cuando digo viejos, digo hombres mayores de 60 y cuando digo rayan, rayan.

Mi mamá tiene un "amigo" -y lo pongo entre comillas porque ese asistencialismo no puede considerarse amistad- que quedó prendado de mi de una manera casi siniestra.

Hace un par de semanas fuimos a un concierto de piano donde estaba él, entre otra mucha gente conocida, pero que no fue con nosotros, que ya éramos bastantes (hay que apoyar la música y a los amigos).

Como soy una chica tan bien educada, me acerqué a saludarlo. Nos habíamos visto una vez antes, y este gesto le pareció eternamente cautivador. Conversamos pero no le entendía mucho, a ratos hacía algún comentario de mi papá y yo le decía, que no, que era a mi mamá a quien él conocía. Me habló de sus libros publicados en España y de que no fue bien interpretada la pieza de piano que él compuso y que se tocó en el concierto. A mi me sonó bien, pero qué sé yo de piano! Bueno, me aburrí luego y el viejo no dejaba de hablarme. Las hermanas de mi mamá que estaban ahí, tan pendejas que son cuando se juntan, me hacían muecas para que yo me ríera, pero no podía hacerlo en su cara.

Me costó zafarme pero lo logré. En el largo camino al estacionamiento me adelanté a su tortugoso paso al compás del bastón. Mi vieja lo iba a ir a dejar, pero como tan mala hija de no acompañarla hasta el auto. Ahí nos despedimos y no paró de tirarme flores.

Como semana y media después encontré sobre mi cama una bolsita de terciopelo rojo. Y esto? le pregunto a mi vieja. Te lo mandó Mauricio, responde. En la bolsita había un anillo... bonito y probablemente barato, y no estoy alegando, pero es que lo que se hereda no se hurta...

Me sorprendió muchísimo, le mandé las gracias, pero un día que hablaba con mi mamá por teléfono, me lo pasa para que yo lo haga personalmente. No me soltó como en veinte minutos. Qué amabilidad y genio suyo, qué carácter y qué gesto. Inteligente, dulce, un montón de cosas que me llegaban a incomodar.

Bueno, no me incomodaba, lo que me incomodaba era que un viejo cucarro me diera la lata. Que me hablara un montón de cosas bonitas sin conocerme, y no es que no las crea, pero que en verdad es un encantamiento monológico; las ganas de llenar sus octogenarias horas con su ímpetu romántico pueril.

Hace un par de días, mi mamá me hizo lo mismo. Esta vez Mauricio quería que fuera a su casa a buscar un regalo que había mandado a hacer para mi. No puedo, tengo muchas cosas que hacer y parto mañana, me excusé. "Pero no le va a quitar mucho tiempo, perdone que la moleste pero me he acordado mucho de usted". Es que.., pero, mire eee... "Es que estoy tan afligido, y me gustaría poder verla", "Pucha es que no puedo", no sabía cómo! "Esta bien, el escuchar su voz afrodisíaca ya ha sido un regalo. Su voz melodiosa me basta". Alo?, Hello! como dirían en una teleserie por ahí. Qué onda este viejo!


2 Comments:

Blogger Andrés Marea said...

jajajjajajajajjajajajjajajajjajajajajjajajajjajajajajjajajjajajajjajjajajajajjajajajajajjajajajajjajajajajajjajajajajajja.........

Viste si sigues con ese genio, sólo los viejos curulelos te van a seguir..........

Besitos y no te enojes...:)

Andrésss

8:06 a. m.  
Blogger Diarios del Monociclo said...

Qué onda?!! Para que no te pasen esas cosas tienes q ser más vieja de mierda.
Con estas historias tuyas me doy cuenta que hace tiempo q no hablamos...

6:01 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home