martes, febrero 28, 2006

Imágenes para video clip (o como una canción de Los Prisioneros)

Entre el 15 y el 18 de febrero, en Castro se realizó el I Festival de documentales de Chiloé. El Semillas estaba seleccionado, así que con la PiLi, partimos para allá. El viaje tomó rumbos inesperados y así es como partió.

Nos fuimos en tren, con el Fede y un amigo: el Benja. Yo lo había visto un par de veces antes pero apenas lo cachaba. Temí que no se llevaran con la PiLi, pero ya habíamos quedado; y es que el Benja habla caleta, pero eso resultó divertido finalmente, porque es un tipo inteligente e histriónico.

El tren nocturno fue cinematográfico.

No sé porqué pero en ese tren nos odiaron desde el principio y nosotros no hicimos nada para evitarlo.

Cuando nos sentamos, llegó el viejo a decirnos que esos no eran nuestros asientos. Sí, lo sabemos, pero no están ocupados. "Yo no voy a su casa y llegó y me siento". Aló? qué le pasa a este viejo!...ok, nos cambiamos.

Vamos a tomarnos algo! Llegamos hasta el final y nos piden el tiquet. Por qué ninguno de los asistentes Efe, que nos vieron a atravesar el tren completo nos pudo decir algo? Filo, voy y vuelvo.

Igual rico tener coche comedor. No se puede fumar y las cervezas estaban calientes, pero socializas más que en un bus. El garzón se enojó porque fuimos a la barra, pero what the hell!

La conversa se puso entrete, con historia de amor, anécdotas universitarias y preguntas del tipo ¿Qué preferí: que a tu pololo le corten las piernas o le corten el pico? (Ese fue el Benja, y literal!).

Lo choro del tren es que al final de los vagones puedes fumar, y a eso nos dedicamos después de que nos cerraron el coche comedor. En el trasbordo (Efe tiene la cagá con los descarrilados) nos pusimos a weedviar y nos quedamos echando la talla. El sonido era increíble, era como estar en una fiesta electrónica. Sólo faltaban unos filtros para las luces y pucha que wevié con eso... de pegá no más. El vaivén hacía lo que nuestros cuerpos lanaguidecidos no podían hacer. Agua, mentitas, humo, risas, sopresas, incógnitas, voladas.

Muchas horas de conversa y pocas para llegar hasta Temuco, donde nos teníamos que bajar raudos y tratar de comprar pasajes para el tren hasta Puerto Montt. A sentarse. ¡Qué incómodos! dónde estarán esos vagones de antaño, reclinables y algunos con camarotes? La ropa inadecuada y vagones europeos reciclados, hicieron una primera noche torturadoramente fría. Pero no molestaba, hasta el momento el viaje -mis vacaciones- me hacía sentir lejos, como en otro país. Y éste fue sólo el comienzo.

miércoles, febrero 01, 2006

In your face, again. Arrastrada II

Chatarra Blanca estuvo en mi casa varios días antes de que pudiera llevarlo al taller, y eso estuvo altamente condicionado por quien me acompañaría en la hazaña. Amy fue la elegida (Amy es una amiga de Kentuky que vive en mi casa) y parece que no le gustó mucho la idea de manejar en Santiago. No le quedó otra, yo la miré con el mejor de mis pucheros...infalible.

Bueno, partimos como a las 10 de la mañana. Sacamos sin problema el auto de mi casa y nos fuimos optimistas, pero a las 5 cuadras tuvimos que parar por primera vez cuando se nos cortó la piola que nos unía. Esto no sólo nos pasó a las 5 cuadras, sino que también a las 10, y como en la número 30 (ni siquiera en la mitad del camino). La tercera vez fue en pleno Irarrázabal en la pista de doblaje para otra calle. Yo quería irme por vías pequeñas para no molestar pero ya lo estaba haciendo.

No me complican las labores mecánicas y sin tapujos me puse en el suelo a tratar de unir las apolilladas cuerdas. En mi mente sonaba: "puedes hacerlo, eres una mujer autosuficiente, los hombres no son necesarios". Tenía que pensarlo para que llegaran a taparme la boca: dos hombres de vehículos distintos se acercaron para auxiliarnos. Nos dieron consejos de cómo manejar en estas circunstancias y nos prestaron una piola nueva, que al rato también se cortó.

Nos demoramos casi dos horas en llegar hasta Av. Matta, con los brazos adoloridos, mi polera blanca (cómo se me ocurre!) ya no tan blanca, y nuevamente el ego atropellado. Como soy bien señorita le compré una piola nueva y cumplí mi promesa de devolverla.

Aún me da vueltas. Tengo que decirlo para que pase, para que llegue algo a confirmar mis pensamientos o bien para que me saque la lengua en la cara, como esta vez.